domingo, mayo 22, 2016

Bertram Kastner (13) - Atrapados

Bertram Kastner, un vampiro recién convertido, dejó atrás a su familia en Venysbourg para protegerla de sí mismo. Decidió alojarse temporalmente en casa de su amigo Alger Furst en Stuttgart, pero tuvieron una accidentada noche al encontrarse con el temible vampiro Volker Banach. Sobrevivieron al ser rescatados por los vampiros que gobernaban la ciudad de Stuttgart, aunque Alger requirió de atención médica.

Por su parte, Bertram fue presentado a las máximas autoridades vampíricas de la ciudad. Al no recordar nada sobre cómo y quién le convirtió en vampiro, no pudieron confiar en él completamente. Aunque al investigar su procedencia, recibieron la noticia de que su hogar en Vennysbourg había ardido, falleciendo su mujer e hijo.

Niels Rainath, un poderoso vampiro que precisamente estaba buscando a Bertram, tomó el control de la ciudad en ausencia de su legítimo gobernador. Ayudado por otros vampiros como Erika Niek, Bertram comenzó una huida para alejarse de Niels. Pero no llegaron muy lejos, ya que el coche en el que escapaban fue alcanzado por Rainath. Tras un aparatoso accidente, Bertram despierta y contempla la situación, sin recordar cómo ha llegado hasta allí y, al parecer, sin ser consciente de que es un vampiro. Erika está sin conocimiento dentro del coche y Rainath está atrapado entre el coche y un muro.

Esta es la 13ª página del relato interactivo de Bertram Kastner, basado en el juego Vampiro La Mascarada. Puedes participar en los comentarios decidiendo sus siguientes pasos. Y también en Twitter.


   No había tiempo que perder, todavía podía salvar a la mujer. Utilizando las ruedas como apoyo, Bertram trepó hacia la parte del coche que había quedado más arriba: el lateral del asiento del acompañante. Una vez que terminó de subir, se deslizó hacia la ventanilla para ver si podía alcanzar desde allí a la ocupante del vehículo. Pero, justo cuando iba a extender sus brazos para llegar hasta ella, notó cómo algo le agarraba el tobillo. Miró hacia atrás y vio al hombre aplastado entre el capó y la pared intentando tirar de su pie hacia él.


   Del susto que se llevó, Bertram soltó un grito y agitó violentamente su pierna para poder liberarse. De forma involuntaria, el hombre recibió una patada en la cabeza, quedando de nuevo inconsciente al impactar su cráneo contra el muro.

—Qué demonios... si estaba muerto —dijo Bertram sorprendido mientras se reponía de la inesperada resurrección.




   Dudó por unos instantes en si debía acercarse hacia él para comprobar de nuevo su estado, pero al escuchar un murmullo dentro del coche, retomó sus intenciones iniciales. Con cuidado, se coló por la ventanilla del vehículo para comprobar cómo se encontraba la conductora. Observó que, a pesar de la gravedad de las heridas y la abundante sangre, la mujer tenía los ojos abiertos.

—No te muevas, hay ayuda en camino —intentó tranquilizarle Bertram mientras le examinaba los cortes que tenía en la cabeza.

—¿Qué ayuda? Ahora, casi todos son leales a Rainath —le respondió Erika con la voz entrecortada por el dolor—. Estoy atrapada, Bertram. Ayúdame a salir de aquí y huyamos cuanto antes.

—¿Me conoces? —le preguntó sorprendido Bertram.

—¡Claro que te conozco! ¡Y tú a mí! —exclamó Erika—. ¿Acaso te has dado un golpe en la cabeza y lo has olvidado todo?

—No... no lo sé. Cuando me he despertado estaba tendido en el suelo... —se intentó explicar Bertram.

—No hay tiempo que perder. Mis piernas están atrapadas y debemos escapar lo más pronto posible —se apresuró a decir Erika—. Más tarde, cuando estemos a salvo, te pondré al día y te ayudaré a recuperar la memoria.


   Bertram asintió e inmediatamente examinó el maltrecho habitáculo del coche. Erika estaba aprisionada entre el asiento y el volante, sin posibilidad de salir de allí. Retorciéndose por el interior del vehículo, logró llegar a la parte de atrás. Desde ahí, agarró el asiento y tiró de él con todas sus fuerzas, provocando que algunos engranajes empezaran a chirriar. Ambos gritaron de dolor, pero el esfuerzo mereció la pena. Había conseguido desplazar el asiento unos centímetros, lo que le daba a Erika más libertad de movimiento.


   Tras un descanso necesario para recomponerse, se asomó a la parte delantera para observar el estado en el que se encontraban las piernas de ella. Vio que estaban totalmente ensangrentadas y pensó que seguramente tendría alguna fractura. Antes de poder preguntarle cómo se encontraba, escuchó a alguien llegar junto al hombre atrapado con el capó. Seguidamente otra persona más hizo acto de presencia y, entre ambos, consiguieron volcar el coche, poniéndolo otra vez a cuatro ruedas y liberando al hombre del aprisionamiento contra la pared. Con el cambio de posición del vehículo, los ocupantes del interior quedaban totalmente a la vista de los recién llegados.

—¿Cómo os atrevéis a hacerle esto a Niels Rainath? Pagaréis por esta temeridad con vuestra sentencia de muerte —amenazó uno de los hombres, quien se dirigió hacia el interior del coche para encararse con Bertram.


   Sin que éste tuviera tiempo de reaccionar, el matón le agarró a través del hueco del cristal delantero, tirando de él y lanzándolo por los aires como si de un muñeco de trapo se tratase. Su cuerpo golpeó violentamente la pared, cayendo al suelo de espaldas y oyéndose varios crujidos. Bertram quedó inmóvil, pero consciente. Lo que al principio era una sensación de dolor por todo su cuerpo, se transformó inmediatamente en un burbujeo de sangre que parecía hervir en su interior. Lo acompañaban una serie de espasmos y temblores de sus extremidades, además de sentir una irritación abrasadora en la garganta. Tenía la noción de haber experimentado algo parecido en algún momento anterior, pero su mente no era capaz de servirle ningún recuerdo sobre ello en ese preciso instante.


   Su atacante se agachó sobre él, clavándole la rodilla en el pecho y agarrándole el cuello para estrangularle.

—Te arrancaré la cabeza, gusano —anunció el matón.

—Su... suéltame —consiguió pronunciar Bertram mientras luchaba con sus manos por liberarse.


   Inexplicablemente para ambos, surtió efecto. El agresor obedeció a la petición de Bertram, soltando su cuello y retirando la pierna, a la vez que quedaba totalmente confundido con lo que acabada de hacer. Gracias a un golpe súbito y lleno de cólera, Bertram fue capaz de darle la vuelta a la situación, incorporándose de un salto y empujando hacia atrás a su oponente. Sin que pudiera reaccionar, lo atrapó contra el suelo y le clavó sus afilados colmillos en el cuello. Tanto Erika como el otro hombre que intentaba reanimar a Niels Rainath quedaron atónitos al contemplar la escena.


   Mientras que Bertram saciaba su sed y apagaba el fuego de su garganta mediante violentos tragos de sangre, empezó a visualizar mentalmente a su víctima en un lugar muy conocido por él: la calle donde estaba su hogar. Los ojos le brillaban debido al resplandor que producían las llamas de su casa ardiendo. Saliendo por el umbral de la vivienda, apareció otro hombre que se acercaba lentamente hacia él.


   Esa visión provocó que Bertram agarrara con más fuerza y rabia a su víctima, exprimiéndola y aumentando la presión con la que fluía la sangre al interior de su boca. Erika le gritaba en vano mientras se esforzaba por salir del coche, pero éste no era capaz de percibir nada de lo que ocurría a su alrededor. Se encontraba totalmente absorto y concentrado en lo que su mente visualizaba mientras bebía el delicioso fluido rojo. De forma brusca, la imagen se aceleró, llegando hasta el punto en que la persona que había salido de su casa se encontraban con el otro individuo.

—¿Qué has hecho con la mujer y el niño? —preguntó el que esperaba fuera.


   Aunque antes de poder escuchar la respuesta, la visión se desvaneció. El otro lacayo de Niels Rainath se había abalanzado sobre Bertram, empujándole y logrando liberar a su compañero. Tras un momento de desconcierto provocado por lo que había visto de su casa en llamas, Bertram se incorporó y analizó la situación en la que se encontraba.


   Se alegró al ver que la mujer había logrado salir del coche e incluso ponerse de pie. Miró al personaje vestido de época, al que en un principio había dado por muerto, y notó que comenzaba a moverse de nuevo. Bertram volvió a cuestionarse cómo podía haber vuelto a la vida aquel al que habían mencionado como Niels Rainath. A continuación, dirigió su mirada hacia abajo, contemplando que el hombre al que había mordido en el cuello se encontraba delirando, a la vez que estaba sujeto y protegido por el otro que los había separado.


   Pero, ¿por qué había visto esa escena de su casa ardiendo? ¿Qué les había pasado a su mujer y a su hijo? ¿Por qué había tenido ese ansia repentina por beber sangre? ¿Cómo podía haberse recuperado tan rápido de sus heridas y sentirse ahora con más fuerzas? La cabeza de Bertram se llenó de voces y preguntas que no le dejaban pensar con claridad. La situación le obligaba a tener que reaccionar de nuevo rápidamente.



Siguiente



Llegó el momento de volver a decidir sobre Bertram Kastner. ¿Qué será lo que haga a continuación?

A) Salir corriendo de ese parking subterráneo para ubicarse en la calle e ir lo más rápido posible hacia su casa para saber qué ha ocurrido con su familia.
B) Volver a morder en el cuello al mismo vampiro para seguir viendo más.
C) Enfrentarse al hombre que le empujó.
D) Ir junto a la mujer, preguntándole por todas las cosas extrañas que le están ocurriendo.


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Esta es la continuación directa del capítulo Bertram Kastner - 25. Bertram había caído inconsciente al oír hablar de su investigación y su v...