It's all the same, only the names will change.
Everyday, it seems we're wastin' away.
El teléfono empezó a sonar, mezclándose con la canción que se escuchaba en el equipo de música.
Another place where the faces are so cold.
I drive all night just to get back home.
Los timbrazos continuaban acompañando al tema de Bon Jovi.
I'm a cowboy, on a steel horse I ride.
I'm wanted dead or alive.
Wanted dead or alive.
Y, finalmente, saltó el contestador automático.
—Hola, soy Alger Furst, pero ahora mismo no puedo hablar contigo. Si quieres hablar con una máquina muy simpática, puedes hacerlo después de oír la señal.
Sometimes I sleep, sometimes it's not for days.
The people I meet always go their separate ways.
Tras un pitido, comenzó a oírse a una mujer a través del altavoz del teléfono.
—Buenos días, Alger. Soy Gretchen, ¿cómo va todo? Me he tomado la libertad de comprarte un billete de avión para que vengas a Berlín el viernes al mediodía. Te lo he enviado hace un momento por correo urgente, para que lo tengas antes del viaje. Se trata de un asunto de...
Alger descolgó el teléfono de su casa tras bajarle el volumen a la música.
—Buenos días, Gretchen. ¿A qué viene esta proposición indecente? No me digas que te has quedado embarazada y que vienes a reclamarme como padre de la criatura.
—Qué idiota... —resopló Gretchen ante el comentario de su interlocutor—. No, no estoy embarazada.
—¡Ah, entonces quieres que vaya para allá y que probemos suerte de nuevo! —le interrumpió Alger en tono burlesco.
—Eso siempre, mi muñequito rubito... Pero ahora no me interrumpas, ya que hay otra cosa muy importante que tenemos que hacer. Necesito que me ayudes a encontrar a Bertram.
—¿A Bertram? —preguntó sorprendido Alger—. Pero... ¿a Bertram? ¿Nuestro Bertram? ¿Bertram Kastner?
—Sí, ese Bertram —afirmó Gretchen resoplando por las vueltas que estaba dando—. Vino la semana pasada a Berlín para continuar trabajando en sus investigaciones. Pero de un día para otro desapareció y no he vuelto a saber nada de él. Lo último que me dijo fue que iba a quedar con un contacto para recabar más información.
—Aham —respondió Alger extrañado—. Y... ¿de qué trataba esa investigación? ¿Conoces a quién fue a ver?
—Tengo sus documentos y el resto de sus pertenencias, ya que los recogí al buscarle en el hotel donde se alojaba. Pero tampoco ha vuelto allí desde entonces. No tengo ni la más mínima idea de con quién se vio, pero por lo que he podido ver en sus notas, se estaba metiendo en un buen lío...
—Ya veo... —contestó Alger mostrando una exagerada indiferencia—. Pero si voy a Berlín, no es para estar buscando a Bertram, sino para estar a solas contigo... ¿Eres consciente de los compromisos que tendré que cancelar aquí por viajar el viernes?
—¿En serio que no te preocupa lo que le pueda haber pasado a tu amigo? ¿Y más después de lo de Irak? Bastante es que no te haya hecho venir antes —respondió perpleja Gretchen con notables signos de enfado—. No es normal que desaparezca así como así, sin avisar. Él no.
Alger soltó una carcajada que molestó aún más a Gretchen.
—Pues no, no es normal que se vaya de Berlín sin despedirse de ti, con todo lo que hemos vivido juntos en nuestros años de universidad —respondió en tono divertido a Gretchen—. Alguna razón tendría y apuesto a que intentaste propasarte con él por enésima vez. Si quieres, le pregunto esta noche porqué huyó de ti; una pista, está felizmente casado.
—¿Cómo? ¿Has hablado con él? —preguntó sorprendida Gretchen.
—Sí, me llamó esta madrugada desde su casa, en Vennysbourg. Al principio fue un poco surrealista porque pensaba que Ingrid y él habían discutido. Pero por lo que escuché entre líneas, es por temas de trabajo. Me comentó que a última hora de hoy llegaría a Stuttgart y me pidió alojarse unos días aquí, en mi apartamento —añadió Alger en tono burlesco mientras se sentaba en su sofá—. ¿Te quieres venir y pedirle explicaciones? Eso sí, todas las proposiciones indecentes me las haces a mí.
—No lo entiendo, aquí está pasando algo raro —admitió Gretchen perpleja—. Voy a llamarle yo ahora mismo.
—Me dijo que no iba a estar localizable el resto del día y que ya nos veríamos en Stuttgart esta noche —añadió Alger.
—Entiendo —contestó Gretchen algo desconcertada—. Al menos sabemos que se encuentra bien. Aunque no deja de ser extraño cómo ha abandonado Berlín.
—Tú tranquila, luego le hago el tercer grado para que me explique lo de su espantada... y mañana te pongo al día... —bromeó Alger, intentando devolverle el ánimo—. O cuando vaya a verte a Berlín el viernes. ¿Sigue en pie la invitación?
—Esto..., mejor llamadme esta noche cuando llegue Bertram —insistió Gretchen—. No voy a poder aguantar hasta mañana. Ah, y de lo de venir el viernes, olvídate. Voy a cancelar el billete de inmediato.
Hubo unos segundos de silencio en los que Alger no respondió.
—Vamos, mi muñequito rubito. ¿Tanta ilusión te hacía lo de viajar aquí que te has enfadado y no me dices nada? —le pinchó Gretchen de forma pícara—. Voy a ver si puedo viajar yo para allá.
—... Perdona..., Gretchen. No... no me encuentro... bien... —titubeó Alger mientras se le escurría de las manos el auricular del teléfono y éste caía al suelo.
La visión de Alger se había vuelto borrosa y el hormigueo que notaba en las sienes estaba mareándole. Se tocó el lateral del cuello con sus dedos y, antes de desplomarse y perder el conocimiento, pudo verlos empapados de sangre.
Bertram volvió en sí. En ese momento fue consciente de que estaba clavando sus colmillos en el cuello de su amigo y de que su sangre estaba fluyendo a borbotones hacia su garganta, al igual que le ocurrió la noche anterior. A pesar del deseo de seguir bebiendo, escondió los colmillos. Al retirarse, lamió instintivamente las gotas de sangre que aún le salían de los dos agujeros del cuello. Se irguió levemente, aún quedando agachado cerca de Alger, que estaba tendido en el suelo. En una especie de shock, su amigo tenía la mirada perdida y su cuerpo se movía a base de espasmos. Se fijó en el cuello, donde ya no estaban los dos agujeros provocados por sus colmillos. Aunque todavía quedaba algún rastro de sangre.
—¿Cómo he podido hacerle esto a Alger? —pensó horrorizado Bertram—. No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, si hace un instante estaba allí atrás hablando con ese individuo. Creo recordar que me ha clavado algo en la espalda y después... Después... Han llamado por teléfono a casa de Alger. Era Gretchen quien llamaba. Alger estaba allí... y hablaban sobre mí. Gretchen estaba preocupada por mi desaparición en Berlín. ¿Estuve en Berlín? ¿Qué iba a hacer allí? No, no puede ser. No he estado en Berlín estos días. Es una alucinación.
No comprendía cuánto de real o imaginario tenía lo que acababa de presenciar en su mente, aún alborotada por una sucesión de imágenes y pensamientos.
—Pero era como si lo que he presenciado hubiera ocurrido esta misma mañana —continuó debatiendo consigo mismo—. Alger sabía que yo estaba bien. Bueno, hasta cierto punto. Y le contaba a Gretchen que yo había contactado con él, consiguiendo tranquilizarla. Pero después, Alger se ha desmayado. Había perdido mucha sangre por las herida del cuello. Como ahora. ¿De verdad ha ocurrido esto?
—Pero era como si lo que he presenciado hubiera ocurrido esta misma mañana —continuó debatiendo consigo mismo—. Alger sabía que yo estaba bien. Bueno, hasta cierto punto. Y le contaba a Gretchen que yo había contactado con él, consiguiendo tranquilizarla. Pero después, Alger se ha desmayado. Había perdido mucha sangre por las herida del cuello. Como ahora. ¿De verdad ha ocurrido esto?
Salió de su estado de divagaciones justo cuando Alger logró reaccionar, fijando sus ojos en él. Temblando y tras varios intentos, consiguió articular una palabra.
—Ayuda... —le susurró Alger, indicándole con la mirada algo que estaba ocurriendo tras Bertram.
—Tu amigo puede hacer muy poco por ti, insignificante mortal —le contestó el otro vampiro, quien se encontraba apoyado en el árbol más cercano.
Bertram no se lo esperaba tan cerca y se sobresaltó, aunque permaneció agachado junto a Alger.
—En cambio, usted ha sido tan amable brindándome la oportunidad de terminar con su presa. Ha sido un gesto que no me esperaba —confesó, dirigiéndose ahora a Bertram—. Cuando le vi abalanzarse sobre este recipiente con tanta ansia, creía que me había excedido provocándole. Incluso llegué a pensar que yo sería el siguiente.
Volvió a soltar una inquietante carcajada, durante la cual, ambos amigos pudieron observar al extraño más de cerca. De las largas mangas de su abrigo asomaban sus manos, algo escuálidas. La muñeca del brazo que tenía apoyado en el árbol no era normal. Era como si el cúbito fuera más largo que el radio y le sobresaliera por la articulación.
—¿Con eso me había golpeado antes? —razonó Bertram, intentando palpar en su espalda la zona donde sentía el dolor propio de un pinchazo.
En cuanto a su cara, tenía los pómulos desplazados, provocando que la parte inferior de la cabeza fuera más alargada y que su boca estuviera estirada verticalmente.
—¿Podría retirarse unos pasos más allá? —preguntó cortésmente a Bertram, indicándole que se apartara y le dejara vía libre para alimentarse de Alger—. Necesito mi propio espacio para disfrutar de este momento. Luego continuaré atendiéndole a usted y haremos las presentaciones pertinentes.
Alger estaba aterrorizado, no se encontraba en condiciones de huir. Era consciente de que su única salvación era Bertram, o lo poco que quedara de él. Sí, aquel que le había dejado en aquella situación. Éste giró la mirada hacia Alger, al mismo tiempo que éste también apartaba su vista del otro vampiro para responderle con la mirada a su amigo.
Llega el momento de elegir cómo continuará esta situación. ¿Qué decidirá Bertram ante la petición del otro vampiro?
A) Se aparta, dejando que el extraño se acerque y termine de alimentarse de Alger para complacerle.
B) Carga su ira contra el vampiro. Detallar con alguna de estas 3 opciones: intentando intimidarle, o dándole la orden de que se marche, o lanzándose a golpearle. O alguna de vuestra invención.
C) Prefiere ser él quien vacíe de sangre a Alger. No le hace caso y vuelve a alimentarse delante de él.
D) Con una velocidad sobrehumana, carga con Alger y huye hacia el hospital más cercano.
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Opción D - q corra!
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EliminarOpción B. Irá y grita con todas sus fuerzas al otro vampirillo que se vaya.
ResponderEliminarOpción B registrada. Gracias por participar
EliminarLa B, que intente intimidarlo.
ResponderEliminarRegistrada la opción B. Gracias por participar
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