domingo, febrero 28, 2016

Bertram Kastner (10) - Las manos de Trebet

Bertram Kastner es un vampiro que no recuerda cómo fue convertido días atrás. Huye de su vida para proteger a su familia, pero se encuentra con multitud de complicaciones que pondrán en peligro su supervivencia. Esta es la 10ª página del relato interactivo de Bertram Kastner, basado en el juego Vampiro La Mascarada. Puedes participar en los comentarios decidiendo sus siguientes pasos.

Bertram ha soñado lo que hubiera ocurrido si siguiera siendo humano. Pero al parecer, ha tenido una revelación en ese sueño. Ahora se encuentra frente a frente con Trebet.

   Ambos vampiros frenaron en seco para evitar chocarse entre ellos.

—Hombre, novato. Precisamente iba a buscarte a tu apartamento —le informó Trebet rompiendo el hielo tras el inesperado encuentro en el vestíbulo.


   Bertram dudó unos momentos para responderle. Tras asegurarse de que no había nadie más en los pasillos de alrededor, le espetó la pregunta que le había surgido tras el sueño que acababa de tener.

—¿Quién es Roderick Sevald?


   Conforme procesaba lo que Bertram le acababa de decir, los ojos del voluminoso vampiro se fueron abriendo como platos, mientras que sus pupilas se contraían. Su agradable rostro comenzó a arrugarse, siendo reemplazado por uno que producía terror. Bertram se percató de que quizás no había sido buena idea formularle esa pregunta a Trebet, aunque no alcanzaba a comprender el porqué. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. El gigantesco vampiro, envuelto en un halo rojo de pura rabia y aparentemente más grande que antes, se abalanzó sobre él violentamente, agarrándole y empujándole hacia la pared del pasillo. Las puertas cercanas temblaron con el impacto de la espalda de Bertram en el tabique, mientras que Trebet lo sostenía, provocando que sus pies no tocaran el suelo.

—Dame una buena razón para que no te mate aquí mismo tras haber mencionado ese nombre —exigió Trebet en tono amenazante y totalmente convincente.

—Su... ¡¡suéltame!! —le reclamó Bertram mientras agitaba sus piernas para intentar liberarse.

—¿Qué demonios...? —pronunció Trebet extrañado mientras dejaba caer a Bertram de sus manos y daba un paso hacia atrás.




   Aprovechando la confusión, Bertram le propinó una patada en el estómago, provocando que Trebet se doblara hacia adelante por el efecto del golpe. Eso envalentonó a Bertram para continuar pegándole, por lo que le lanzó un puñetazo hacia la cara. Pero el mastodonte se recompuso antes de encajarlo, pudiendo esquivarlo grácilmente. Tras haber golpeado al aire, Bertram se giró para volver a situar a su oponente. Aunque se encontró con la mano cerrada de éste impactando de lleno en su rostro. Tal fue la violencia del golpe, que el cuerpo de Bertram atravesó el tabique del pasillo y cayó dentro de su apartamento, sobre una nube de polvo, escombros y astillas de madera.


   Tendido en el suelo y aturdido por el golpe, veía cómo las paredes de la estancia y el techo se movían de un lado a otro, como si se encontrara en el camarote de un barco. Completamente aturdido por el impacto, veía dos grandes boquetes en el lugar por donde había entrado a la fuerza. Poco después, pudo visualizar a dos Trebet haciéndose paso por cada una de las aberturas. Quiso ponerse en pie, pero, al intentarlo, comprobó no estaba en condiciones de moverse. Conforme los Trebet se acercaban a él, las imágenes de ambos comenzaron a fundirse en una sola, a la vez que se iba disipando la sensación de mareo. El corpulento vampiro se agachó sobre Bertram y le aprisionó el cuello contra el suelo.

—Un sueño... —murmuró Bertram casi sin poder pronunciar nada más.

—¿Qué dices? —preguntó Trebet intrigado y reduciendo la presión que ejercía a pesar de su gran enfado.

—Escuché ese nombre en un sueño —añadió Bertram, intentando justificarse desesperadamente.

—¡Mierda! —maldijo Trebet mientras soltaba a Bertram, haciendo aspavientos con los brazos y girándose hacia el agujero que había hecho en la pared—. La que hemos liado por un puñetero sueño.

—¿Cómo? —le preguntó Bertram, aún confuso por la volatibilidad de reacciones del otro vampiro.

—Es típico de Roderick meterse en los sueños ajenos y comunicarse por esa vía cuando tiene algo muy importante que comunicar —le aclaró Trebet mientras adoptaba un gesto más pensativo—. Pero, una cosa, ¿por qué a ti, novato? ¿De qué lo conoces y qué te dijo?

—No llegué a verle ni a hablar directamente con él. En el sueño, mi mujer y mi hijo lo mencionaban en varias ocasiones —le explicó Bertram—. Roderick les decía que quería hablar conmigo y yo, como si le conociera, les respondía que quedaría con él al día siguiente.


   Tras analizar lo que Bertram le había contado, Trebet se volvió a agachar hacia él.

—Lo siento por el golpe y por todos los daños que he provocado; se lo haré pagar a Roderick en cuanto vuelva. Pero ahora tengo que sacarte de aquí inmediatamente —declaró Trebet mientras le ayudaba a incorporarse—. Te he dejado hecho un asco.

—Sí, últimamente no gano para sustos y golpes —suspiró Bertram viendo en qué estado se encontraba—. Pero no cambies de tema. ¿Quién es Roderick Sevald?


   Trebet se quedó unos segundos pensando en qué contestarle, hasta que por fin le respondió.

—Es el líder de esta ciudad. O, al menos, lo era hasta ayer. Lleva varios días desaparecido y nadie ha sabido nada de él. Excepto tú, por lo que me acabas de contar —le contó mientras le ayudaba a incorporarse—. ¿Estás en condiciones de caminar, novato?


   A duras penas, Bertram podía mantenerse en pie, ya que estaba bastante dolorido tras el golpe y el impacto contra la pared que atravesó. No fue necesario que respondiera para que Trebet tomara la decisión de agarrarlo como si fuera un pelele y se lo echara al hombro. Bertram expulsó un quejido al notar cómo sus costillas chocaron con la inmensa espalda del otro vampiro.

—Enseguida estarás bien, sólo has de dejar que tu sangre fluya hacia el dolor y haga su trabajo —le aconsejó Trebet mientras cargaba con él a cuestas.

—¿Y por qué no vamos a hablar con Garet? —le sugirió Bertram—. Si está sustituyendo a Roderick, le podría interesar saber que ha contactado conmigo. Quizás sea capaz de averiguar qué quería comentarme en el sueño.

—Tienes razón en que nos vendría bien la ayuda de Garet. Sin embargo, desde hace unas horas ha sido relevado de su puesto. En su posición actual, se vería en la obligación de informar al nuevo líder de Stuttgart —le informó Trebet mientras salían del apartamento por el agujero de la pared—. Aprovechando el vacío de poder que ha dejado la ausencia de Roderick, el indeseable de Niels Rainath ha tomado el control de la ciudad, incorporándola a una lista cada vez mayor de feudos bajo su domino. Eso no es bueno ni para nosotros ni para ti.


   Una vez fuera, Trebet se dirigió hacia el cruce de pasillos donde se habían encontrado. Pero dejó de avanzar al escuchar unos pasos que se acercaban. Dio media vuelta y emprendió una veloz carrera hacia el fondo del pasillo de los apartamentos. Bertram pudo comprobar atónito cómo Trebet, aún con él a cuestas, había recorrido toda esa distancia en apenas un par de segundos.


   Empezaron a bajar por unas escaleras, donde el atlético vampiro omitía pisar los escalones e iba saltando de descansillo en descansillo. Con el ruido que provocaban sus pisadas, daba la sensación de que todo el bloque de escaleras se iba a venir abajo.

—Más te vale conque no me estés mintiendo, novato. Me estoy jugando el cuello por ti —le amenazó Trebet—. Cuando estemos en un lugar seguro quiero que me cuentes todos los detalles de tu sueño, por irrelevantes que sean. Yo también necesito encontrar a Roderick pronto.

—De acuerdo, pero antes de irnos de aquí, me gustaría hacer algo —le avisó Bertram—. Creo que estoy en condiciones de poder andar.

—No tenemos mucho tiempo. Ya deben haber visto el agujero de la pared de tu apartamento y seguro que en nada empiezan a buscarte por todas partes —le advirtió Trebet—. ¿Podrás correr?

—Sí, ya estoy casi recuperado —admitió Bertram, que notaba cómo el dolor de su cuerpo había menguado considerablemente.


   Después de haber bajado a saltos tres plantas de escaleras, Trebet dejó a Bertram en el suelo. Éste comprobó que ya no cojeaba como antes y que podía volver a valerse por sí mismo. Se sorprendió de la capacidad de regeneración de su sangre.

—Venga, hemos de salir de aquí cuanto antes —le apercibió Trebet indicándole que le siguiera.



Siguiente




Bertram tiene algo pendiente de hacer antes de abandonar el refugio de los vampiros de Stuttgart. Es posible elegir varias acciones, pero no disponen de mucho tiempo para poder hacerlo todo. ¿Qué querrá hacer Bertram antes de irse de allí?

A) Pegarle un puñetazo a Trebet por la paliza que le ha dado antes. Así estarán ambos en paz.
B) Llenar sus reservas de sangre. El proceso de curación se las ha mermado.
C) Ir a ver a su amigo Alger en el subterráneo del hospital. Podría sufrir remordimientos si lo abandona ahí.
D) Buscar a Erika para que les acompañe y ayude a interpretar el sueño.
E) Avisar a Garet para facilitar la huida por la ciudad.


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