viernes, mayo 19, 2023

Bertram Kastner (17) - Cruce de caminos

En su camino hacia Kreuzungblut, Bertram se queda bloqueado por unos instantes mientras conduce, lo que está a punto de provocarles un accidente.


Esta es la 17ª página del relato interactivo de Bertram Kastner, basado en el juego Vampiro La Mascarada. Puedes participar en los comentarios decidiendo sus siguientes pasos. También en el hilo de Twitter y en la publicación correspondiente de Wattpad.


   Tras reflexionar durante unos instantes con ambas manos apoyadas sobre el volante y la mirada perdida al frente, Bertram accedió ante la petición de Erika asintiendo.

—Tienes razón, Erika. De nada nos sirve toda esta huida si no llegamos enteros a ese pueblo —razonó él mientras abría la puerta del taxi y se bajaba, con la intención de intercambiar los asientos—. Teniendo en cuenta que puede haber algo sobrenatural afectándome, no tengo manera de asegurar que no se me vuelva a ir la cabeza y tengamos un accidente.

—Aunque veo convencido que te has convencido, no sé si hago bien en recordarte que yo he estrellado mi coche hace un rato en el parking del Elíseo —bromeó Erika a la vez que bordeaba el vehículo en el momento que pasaba junto a Bertram.

—Ah, pues no había caído en eso —admitió él, deteniéndose delante del coche y mostrando un gesto pensativo—. Lo veo tan lejano, que parece como si hubieran pasado varios años desde que ocurrió.

—Pero ya no te puedes echar atrás. Además, en mi defensa he de decir que bastante bien he conducido llevando a Niels Rainath clavado en el capó y habiendo recibido un disparo en la pierna —alegó Erika deteniéndose justo antes de girar hacia el lado del conductor y señalando a su pierna derecha.


   Al ver la herida de bala que ella le estaba mostrando, Bertram cayó en la cuenta de que una de las balas que disparó al utilizar su pistola alcanzó a su compañera.

—¿En serio? No... no era consciente de que te había disparado. Te ruego que me disculpes —se lamentó Bertram, percatándose de que Erika aún se resentía del impacto.

—No te preocupes, hasta cierto punto, los vampiros podemos soportar las balas. Además, la mayoría las acertaste en el cuerpo de Niels —le dijo a modo de consolación, a la vez que le hacía un gesto de victoria antes de montarse de nuevo en el taxi—. Lo dejaste hecho un colador.

—¿Y cómo es que no te has terminado de curar? —se interesó él, recordando que los vampiros se recuperaban de las heridas automáticamente.

—Necesitamos sangre para poder activar nuestros poderes, como la regeneración de los tejidos corporales. En mi caso, ya he gastado una gran reserva en curarme, además de en todos los intentos por escondernos o de confundir a nuestros enemigos. Si vuelvo a utilizar mis poderes, seguramente necesitaré beber sangre. Y ahora mismo, tú eres el recipiente más cercano.


   Erika arrancó el coche a la vez que mostraba una sonrisa un tanto maliciosa.

—Esperemos que no tengas que recurrir a eso —suspiró Bertram, escudándose con la guía de carreteras que había cogido antes de sentarse.

—No debe quedar mucho para llegar, por lo que enseguida podremos reponernos tranquilamente. Aunque, a partir de cierto punto, deberíamos ir a pie.

—¿Lo dices por esa barrera que nos impedirá el paso? —le preguntó él.

—Exactamente. No me gustaría cruzarla estando dentro del coche. Roderick nos ha llegado a contar cómo algún que otro vampiro ha muerto aplastado en el interior de un vehículo por desconocer la existencia de esa barrera.

—Hablando de Roderick, ¿por qué crees que se puso en contacto conmigo y no con ninguno de vosotros? —le inquirió Bertram, refiriéndose a Garet y Trebet también.

—Es posible que percibiera la presencia de Rainath en el Elíseo. Tanto Roderick como Niels, tienen el poder de introducirse en los sueños e interactuar con aquellos a los que conocen. De la misma forma, también pueden detectar si alguien está contactando con en el subconsciente de algún conocido que se encuentre cerca —le argumentó Erika—. Seguramente, tú eras el candidato idóneo al ser un total desconocido para Niels y así ponerle más complicado el que os pudiera descubrir. Aunque, ahora que lo pienso, no me encaja el hecho de que Roderick haya podido llegar a ti sin conocerte.


   Bertram comenzó a negar con la cabeza.

—La cuestión es que, en mi sueño, parecía como si ya supiéramos el uno del otro. Escuché su nombre por tres veces. Primero, mi hijo me comentó que Roderick le había dicho que quería hablar conmigo. Después, llamó a la puerta de casa y le dijo lo mismo a mi mujer. Y por último, llamó por teléfono.

—¿Y no llegaste a hablar con él directamente? —se interesó Erika.

—No. El sueño terminó cuando le dijo a mi pequeño que yo era un vampiro y acabé prendido en llamas con la luz del Sol —admitió cabizbajo Bertram.

—Siento que hayas tenido que recordar a tu familia —le transmitió ella con cierto pesar—. Sobre todo, después de lo que te contamos que les ocurrió.


   Pero al contrario de lo que sería normal ante un triste recuerdo, Bertram se mostró sonriente y esperanzado al pensar en ellos.

—¿Sabes una cosa? Confío en que aún están con vida. Es más, estoy totalmente seguro de ello —le expuso Bertram entusiasmado.

—¿Y eso? ¿Has tenido alguna revelación más?

—Mientras me alimentaba del matón de Niels en el aparcamiento, pude verlo delante de mi casa en llamas, hablando con otro sicario. Al parecer, antes de provocar el incendio, se habían llevado a mi familia y habían introducido otros cuerpos en la casa a modo de señuelos. Por lo que no murieron allí —le aclaró Bertram—. No me hace nada de gracia que estén secuestrados. Pero después de haberlos dado por muertos, ahora tengo esperanzas en poder recuperarlos. Le pediré ayuda al vampiro con el que vamos a encontrarnos.

—¡Es una buena noticia! Me alegro mucho por ellos y por ti —exclamó Erika aliviada—. Aunque por otro lado, esto quiere decir que están en poder de Niels. Seguramente quiera utilizarlos como moneda de cambio contigo.

—Sospecho lo mismo. Y por eso te pido que, si algo me pasara, hagáis todo lo posible para liberarlos y protegerlos —le solicitó Bertram como si se tratara de una última voluntad.

—No va a ser cosa fácil, estando Niels de por medio. Pero cuenta con todo lo que esté en nuestras manos, Bertram —le aseveró ella dedicándole una mirada reconfortante.


   Bertram le agradeció el que hubiera accedido a su petición haciéndole un gesto de asentimiento con la cabeza.

—Estando aún en el aparcamiento subterráneo del Elíseo, creí por un segundo que tendría posibilidades de acabar con Niels —expuso Bertram tras unos instantes de silencio—. Lo vi tan vulnerable y malherido, que pensaba que sería capaz de hacerle frente. Pero me di cuenta de que el hecho de acabar con Rainath no me aseguraría el recuperar a mi mujer y mi hijo.

—Por muy eufórico que te encontraras y tan mal estuviera Rainath, me temo que no tenías muchas posibilidades contra él —admitió Erika sopesando la situación—. Hiciste bien en evitar la confrontación. Se trata de un vampiro muy antiguo, con una capacidad de recuperación y supervivencia mucho mayor que la nuestra. Además, te habría doblegado con sus poderes antes de que pudieras acercarte a él.

—Niels Rainath... ¿qué te he hecho yo para que me persigas de esta manera? —pronunció Bertram en sus pensamientos, intentando comprender todo lo que estaba ocurriendo en torno a él durante los últimos días.

—¡Cruzarte en mi camino! —escuchó la voz de Niels Rainath en su mente.


   Esa intervención pilló por sorpresa a Bertram. Rápidamente, giró la cabeza esperando encontrar a Niels en los asientos traseros del vehículo. Aunque no estaba desencaminado.

—¡Cuidado, Erika! —le advirtió al divisar un coche con las luces apagadas en el momento justo de embestirles a gran velocidad desde atrás.


   El inesperado impacto ocasionó que ambos vampiros se sacudieran en sus asientos y que el taxi avanzara varios metros enganchado al coche que se había empotrado contra ellos. Erika reaccionó pisando a fondo el acelerador y, enseguida, el otro vehículo perdió velocidad con respecto a ellos. Bertram volvió a mirar hacia atrás a la vez que advertía a Erika sobre la presencia de Niels. Sin embargo, no fue capaz de verlo en el interior del vehículo, ya que éste encendió las luces, provocando que ambos quedaran deslumbrados.




—¡Esto es una pesadilla! ¡Nos ha seguido! —exclamó alarmada Erika mientras intentaba proteger sus ojos de la intensa luz que despedía el coche de sus persecutores—. ¡Ayúdame con el volante, Bertram!

—¿Qué vas a hacer? —le preguntó éste a la misma vez que obedecía, tomando también el control del coche con su mano derecha y permaneciendo atento al camino.

—No sé si funcionará...


   La frase de Erika quedó ensordecida debido al ruido de motor de un segundo vehículo que les dio alcance y se puso a la misma altura que ellos. Se trataba de un coche oscuro, a la vez que reluciente y lujoso. Los cristales estaban tintados, por lo que no alcanzaban a ver a sus ocupantes. Aunque, enseguida, una de las ventanillas traseras se deslizó rápidamente hacia abajo, dejando ver el rostro triunfante de Niels Rainath.


   Un escalofrío recorrió el cuerpo de Bertram y Erika, que veían frustrados sus planes de escapar; más aún, estando tan cerca del lugar que iba a ser su salvación. Todavía agarrado al volante, la cara de Bertram palideció aún más al observar cómo Niels extendía su brazo fuera del vehículo y les apuntaba con una pistola dorada y encastada con piedras brillantes.

—¡A cubierto, Erika! —gritó mientras se abalanzaba sobre ella para protegerla de los disparos.


   Todo empezó a suceder a cámara lenta ante sus ojos. Era capaz de ver cómo las balas rompían los cristales del taxi y los trozos de estos caían sobre sus cabezas; como si de una lluvia helada y punzante se tratara. Algunos de los proyectiles también impactaban contra el lateral del taxi, llegando a atravesar la carrocería y terminando en el habitáculo del vehículo.

—¡Aaaaaaagh! —exclamó de dolor Erika soltando momentáneamente el pedal de aceleración—. Me ha alcanzado una bala.

—Esto no es bueno... Hemos de salir de esta como sea —intentó animarle Bertram sin poder hacer nada más que mantener el coche recto—. Aunque lo tenemos crudo...


   El taxi pegó una sacudida al volver a impactarles el coche que tenían a su zaga. El volante del vehículo se agitaba, aunque entre los dos consiguieron mantenerlo en posición. A pesar del peligro y el descontrol de la situación, Bertram decidió asomar su cabeza para posicionar a su enemigo y ver si se acercaban a alguna curva. De milagro, pudo esquivar un proyectil que le pasó rozando la mejilla. Como acto reflejo, arrojó la guía de carreteras hacia el coche de Niels; la cual, salió volando entre ambos vehículos y quedó extraviada en el camino.


   La desesperación de Bertram produjo que Niels Rainath soltara una gran carcajada de satisfacción, mientras aún seguía apuntándole con el arma. Parecía querer demostrar quién mandaba ahí, por lo que se recreó disparando de nuevo cerca de la cabeza de Bertram, pero con una clara intención de no acertar.

—¿Qué habéis venido a hacer por estos lares? ¿Acaso creéis que os van a querer prestar ayuda aquí? —les interrogó Niels desde su coche—. ¡Qué mejor que volver a Stuttgart y aclarar nuestros asuntos pendientes allí!

—¡Garet! —exclamó Erika en voz baja al percatarse de algo.

—¡Intentaste matarnos! ¿No te parece una buena razón para huir de la ciudad? —le replicó airadamente Bertram mientras continuaba haciendo de conductor improvisado.


   De nuevo, Niels disparó otra bala que silbó al pasar cerca de la oreja de Bertram. Éste, sólo cerró los ojos, aunque manteniéndose desafiante frente a Niels.

—¡Insolente! Otro desplante más y la próxima bala irá directa a tu frente —le amenazó Niels, molesto por que éstos no mostraban intención de rendirse—. Aunque te mate, podré sacarle algo de utilidad a lo que quede de tu cadáver.


   Esto enfureció más si cabe a Bertram, quien aprovechaba esos segundos de aparente clemencia para corregir la trayectoria del taxi girando el volante que aún tenía agarrado.

—¡Malnacido! ¡Suelta esa pistola y resolvamos esto en igualdad de condiciones! —exclamó Bertram totalmente encolerizado.


   La sonrisa de Niels se tornó en una mueca de incomprensión, al observar cómo sus dedos dejaban escurrir su preciado revolver. Rápidamente, como si su mano izquierda tuviera vida propia, se lanzó a por la pistola, consiguiendo atraparla contra la puerta de su vehículo antes de que terminara de precipitarse al asfalto.

—Qué... ¿Qué has hecho? —aulló Niels con gran irritación, intentando recuperar la movilidad de su otra mano para terminar de rescatar el arma.


   Erika aprovechó para incorporarse y observar cómo Niels estaba ocupado en su propia lucha.

—No sé cómo has conseguido hacer eso, pero ahora me toca a mí —le avisó a Bertram de sus intenciones—. Encárgate del volante y no te asustes ante nada extraño que veas.


   Éste asintió sin quitarle la mirada a Niels, quien había conseguido agarrar la pistola con ambas manos y se disponía a apuntarles de nuevo con ella. El brazo derecho le temblaba, como si quisiera evitar que volviera a apretar el gatillo. Con el izquierdo, intentaba mantenerlo en posición. De repente, su coche se aproximó peligrosamente al lateral del taxi con intención de chocarles.

—¿Qué estás haciendo? ¡No quiero que mi coche reciba ni un rasguño! —le recriminó Niels a su conductor.

—Ah, ¿sí? Pues se va a llevar al menos un golpe de mi parte —contestó Bertram entre dientes, a la vez que giraba el volante hacia la izquierda para impactar con ellos.


   Al mismo tiempo, el chófer de Niels dio un volantazo hacia el lado opuesto, acompañado de un frenazo. Pero no pudo evitar a tiempo la colisión con el taxi, provocando que una buena parte del vehículo se saliera de la calzada y comenzara a arrancar las vallas de madera que protegían el camino.

—¡Muere! —gritó Niels metiendo sus brazos con la pistola en el vehículo y disparando hacia Bertram a bocajarro.


   Otra vez, volvió a percibir todo su alrededor con suma lentitud, lo que le permitió reaccionar y esquivar los dos primeros proyectiles a tiempo. Sin embargo, el ruido ensordecedor y ralentizado de la pistola impactó de lleno contra sus tímpanos, provocándole una repentina sensación de mareo y desorientación. Por el rabillo del ojo se percató de que iban a chocar contra la maquinaria de una obra que había señalizada unos metros más adelante en la carretera.


   A pesar de recordar lo que le había dicho Erika, quien se había vuelto a poner a cubierto, su primera reacción fue la de girar el volante para esquivar los armatostes a los que se dirigían. Pero su objetivo final era el de separar ambos coches, ya que parecía que Niels había dejado de hacer disparos de advertencia e iba en serio. Ese movimiento le salvó de recibir un proyectil que iba directo a su cabeza y que difícilmente hubiera podido esquivar. Aunque notó cómo otras dos balas atravesaban el asiento y se alojaban dolorosamente en su tórax. Su espalda se arqueó y sus brazos se estremecieron, abriendo sus dedos como si de ramas de árbol se tratasen.


   Por suerte o por desgracia, el coche que llevaban detrás, volvió a impactar con ellos provocando que se salieran de la carretera por el lado derecho. Retorcido de dolor y prácticamente inmóvil, observó cómo el vehículo de Niels también corría la misma suerte y se precipitaba por el otro lado del camino. Comenzó a notar cómo el taxi iba adquiriendo algo de velocidad, teniendo en cuenta que Erika ya no estaba pisando el acelerador.

—Erika... Erika... Nos hemos salido de la carretera —le avisó Bertram casi sin voz, antes de percatarse de que ella estaba inconsciente.


   Al igual que él, Erika también había recibido algún impacto de bala a través del asiento. Alcanzando de nuevo el volante, vio que estaban descendiendo por ladera boscosa. Intentó atravesar todos los arbustos posibles para intentar frenar el vehículo, pero debido a la pronunciada pendiente, no consiguió aminorar lo suficiente el avance descendente.


Siguiente



Ante una inminente colisión por ir cuesta abajo y sin poder pisar el freno, ¿qué decidirá hacer Bertram?
A) Empujar a Erika fuera del vehículo para que no reciba daño con un impacto.
B) Agarrar a Erika y salir ambos del coche en marcha.
C) Saltar fuera del taxi para evitar estar dentro al chocar.
D) Continuar girando el volante para esquivar los árboles.
E) Utilizar el freno de mano.

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