Tras haber sido herido de muerte por un disparo certero de Niels Rainath, Jünaj consigue rescatar a Bertram y escapar bajo tierra. Ante la situación crítica del protagonista, Jünaj decide detenerse y servirle parte de su sangre para que pueda curarse y sobrevivir.
Esta es la 23ª página del relato interactivo de Bertram Kastner, basado en el juego Vampiro La Mascarada. Puedes participar en los comentarios decidiendo sus siguientes pasos. También en el hilo de Twitter y en la publicación correspondiente de Wattpad.
Las emociones de Bertram se descontrolaron súbitamente, sintiendo en su cabeza un baile discordante y agitado que transitaba entre la euforia, el miedo, la ira, la incomprensión, el placer, la confusión y la tristeza.
—¿Qué me está ocurriendo? —se preguntó Bertram intentando ponerle freno a lo que estaba experimentando—. ¿Qué mierda lleva esta sangre?
—Tranquilízate, se te pasará pronto —le indicó Jünaj tocando sutilmente su hombro con las yemas de sus dedos.
En medio de aquél frenesí, Bertram sintió la necesidad de increparle por haberle abandonado a merced de Niels, provocando que hubiera estado al borde de la muerte. Pero justo cuando iba a soltar por su boca la serie de improperios que tenía preparada, se quedó paralizado al contemplar el rostro de Jünaj más de cerca.
A pesar de estar envueltos en la oscuridad, la luz de la luna perfilaba sus rasgos y podía apreciarlos mucho mejor que cuando había conversado antes junto a la luz del quinqué. Pudo cerciorarse de que sus cabellos largos guardaban cierta armonía en su forma y que su vello facial lucía impecable, como recién salido de una barbería. Pero lo que más atrajo su atención fueron sus ojos color añil, con los que le transmitía una sensación de calma y serenidad.
—¡Ahora lo entiendo! Realmente no tenían intención de abandonarme definitivamente, sino que pretendía rescatarme de la forma más segura para ambos —divagó Bertram rememorando el momento en el que decidió retirarse—. Por eso me tuvo que decir lo de volver a vernos pronto y que me cuidara hasta entonces. Necesitaba llegar hasta mí sin levantar las sospechas de Niels ni de sus hombres con los rifles. ¿Y cómo habrá hecho para excavar un túnel tan rápido? No tiene las manos estropeadas por remover la tierra.
—¿Te encuentras mejor, Bertram? —se interesó Jünaj sin dejar de observarle.
—Y en la visión que he tenido mientras bebía su sangre, he podido ponerme en su piel y revivir una especie de juicio o condena. Si es cierto que está encerrado en este lugar y no puede abandonarlo, realmente está en desventaja frente a cualquier otro vampiro con malas intenciones. Y aún más siendo Niels su enemigo. Hace bien en guardarse de extraños... como yo... —admitió Bertram en su mente—. Pero aún así, ha decidido ayudarme dándome su sangre para poder recuperarme. Dios, ¡es lo mejor he bebido hasta ahora!
Al ver que no reaccionaba a sus palabras, Jünaj se dispuso a levantarse. Para poder retirar sus rodillas, sujetó la cabeza recostada de Bertram y la acomodó con sumo cuidado sobre el lecho de hojas del suelo. Se puso en pie y comenzó a sondear los alrededores en busca de cualquier movimiento o ruido que pudiera suponerles una amenaza.
—Según lo que parece, Lothar von Schwaben es quien convirtió en vampiros a Niels y a Jünaj, por lo que podría decirse que son hermanos de sangre. Un momento, ¿y yo...? —continuó razonando Bertram, percatándose de las últimas palabras que le dedicó Niels Rainath después de dispararle.
Ese pensamiento provocó que Bertram por fin volviera en sí. Desde su posición podía vislumbrar cómo su rescatador permanecía atento y vigilaba el entorno en el que se encontraban. Visto así, le parecía mucho más alto de lo que creía, además de que imponía mucho respeto. Pero al contrario de lo que le ocurría con Niels, éste no le intimidaba, sino que le atraía el halo de misterio y serenidad que transmitía.
—Gracias por salvarme la vida, Jünaj —le contestó por fin Bertram—. Aunque, por no contarle a Niels dónde está Lothar, los míos van a pagarlo con la muerte.
—Lo siento si tu familia está en peligro —le indicó Jünaj agachándose para hablar con él—. No te culpes por ello. Niels no es de los que cumplen su palabra, y menos habiendo gente inocente de por medio. Aunque hubieses colaborado con él, tu final y el de los tuyos sería el mismo.
—¡Pero no puedo permitir que les haga daño! Aunque no sé ni dónde están ni cómo puedo... —se lamentó Bertram.
—No quiero darte falsas esperanzas, pero en el pueblo hay quienes podrían ayudarte. Acompáñame y veremos qué podemos hacer —le declaró Jünaj ofreciéndole su mano para que pudiera incorporarse—. Además, aquí estamos en peligro. Aunque Niels ya no puede llegar hasta este lugar, sus hombres armados sí que podrían darnos algún susto.
Sin pensarlo ni un instante, Bertram alargó su brazo para agarrar la mano tendida de Jünaj. Pero cuando sus dedos rozaron la palma de éste, Jünaj se deslizó hacia él y asió con fuerza su antebrazo, levantándolo al pegar un tirón hacia él. Inmediatamente, emprendió una marcha a gran velocidad a lo largo de un buen trecho del bosque, esquivando árboles y sorteando desniveles con ágiles y medidos saltos. Y todo ello, teniendo agarrado a Bertram, cuyas piernas no llegaban a tocar el suelo ni tampoco chocaban contra ningún obstáculo. A pesar de la brusquedad del medio de transporte, confiaba en llegar de una pieza.
Enseguida, aparecieron en un núcleo de población con una veintena de casas, entre las que se erigía una fortaleza de piedra. Jünaj aminoró la velocidad hasta detenerse frente a la puerta de la edificación más imponente del lugar. Como acto reflejo, se giró hacia Bertram y lo sujetó con ambas manos para evitar que cayera al suelo por efecto de la inercia, mientras que éste se reponía del viaje.
—Ya hemos llegado. Eres bienvenido a mi hogar —le anunció Jünaj confirmando que su acompañante se encontraba en buenas condiciones—. Siéntete como en casa.
Cuando Bertram terminó de tambalearse, Jünaj dejó de sostenerle. A continuación, se dirigió hacia la puerta y la abrió con un sutil empujón de sus manos. Tras hacerle un gesto amable a modo de invitación, Bertram accedió al interior. Se detuvo a contemplar la estancia que hacía las veces de recibidor, donde los ventanales parecían estar tapados por gruesos tapices que hacían juego con la alargada alfombra que cubría el suelo de piedra. La decoración era austera, aunque destacaba una majestuosa escalinata que permitía ir a las plantas inmediatamente superior e inferior. A un lado y a otro había varias puertas que llevarían a otras habitaciones y salas. De una de ellas, salió una chica que les había escuchado llegar.
—Buenas noches, Jünaj. Veo que finalmente has accedido a traer al forastero —comentó ella alegremente, refiriéndose a Bertram—. Bienvenido, mi nombre es Itzel.
—Gracias. Encantado. Yo soy Bertram —le respondió, devolviéndole el saludo, a la vez que intentaba discernir si se trataba de otra vampiro.
—¿Cómo se encuentra Erika? —le preguntó Jünaj, interesándose por el estado de su otra invitada.
—Aún no ha despertado, pero su cuerpo sigue regenerando las heridas gracias a la sangre de mi hermano —le informó Itzel—. Por cierto, me ha dicho que iba de nuevo al lugar del accidente por si necesitabas su ayuda.
—No me he encontrado con Balam, pero no debería tardar mucho en volver. En unas horas empieza su turno de trabajo en la ciudad —le comentó Jünaj—. Por cierto, voy a necesitar alimentarme. ¿Podrías avisar a tu padre para que se encargue mañana del ritual?
—Por supuesto. Se alegrará mucho cuando se lo cuente —asintió Itzel sonriendo al escuchar la petición de Jünaj—. Y seguro que será un espectáculo digno de ver.
—Gracias, Itzel. Nos retiramos un rato a mis aposentos —le indicó Jünaj señalando hacia las escaleras.
Se despidieron de ella y el anfitrión le pidió a Bertram que lo acompañara hacia la planta de abajo. Todo estaba iluminado mediante la combinación de viejas lámparas de electricidad y las llamas de algunas antorchas encastadas en los soportes de las paredes. Al llegar a la primera puerta, Jünaj sacó de un bolsillo la llave que la abriría. Éste volvió a invitarle a pasar, apartándose del umbral e indicándoselo con un gesto de su brazo. Al fondo se escuchaba una voz femenina que empezaron a entender conforme se adentraron en la estancia.
—(...) donde los servicios de emergencias y la policía han certificado la muerte de dos hombres y una mujer, en el ya denominado como «el crimen de la ambulancia». Por el momento, solo se ha podido identificar al conductor de la ambulancia, del que únicamente ha trascendido que fue decapitado. Todavía quedan muchos interrogantes por esclarecer en las inmediaciones de la estación...
—Esta radio es mi único enlace directo con el mundo exterior —le confesó Jünaj conforme la apagaba—. De momento, la dejaremos descansar un rato.
Habían atravesado el hogar, hasta llegar a una especie de despacho, donde además del aparato de radio, se encontraba un gran piano y varias estanterías cargadas de libros. La mayoría tenían las tapas desgastadas y parecía que había pasado más de un siglo desde que salieron de su imprenta. En contraste con el Elíseo de Stuttgart, el lugar carecía de lujos y exquisiteces, pero aún así parecía un lugar bastante acogedor y cómodo, siendo realmente parte de una prisión.
—Aguarda aquí. Te traeré algo de ropa oscura para disimular la sangre de tus heridas abiertas, antes de ir a hablar con los lugareños —le anunció Jünaj señalando a la carnicería que tenía en el pecho y que los jirones de su camisa ensangrentada apenas conseguían tapar.
—No consigo curar el último disparo de Niels, aunque siento que todavía tengo suficiente sangre en mi cuerpo —le contestó Bertram, observando el boquete que aún tenía en el tórax a la vez que desabrochaba los botones que aún quedaban sanos en la prenda.
—Has llegado al límite de tu curación por hoy. Necesitas dormir para que tu cuerpo pueda seguir regenerándose. Estarás como nuevo en un par de días —le aclaró Jünaj, volviendo con una caja metálica llena de vendajes y una pieza de ropa negra—. Ahora, siéntate en ese taburete.
De forma automática, tomó asiento, además de acceder al resto de peticiones que Jünaj le formuló a continuación. Una vez que Bertram se había despojado de la camisa, levantó los brazos tal y como le había indicado su anfitrión. Éste comenzó a extender los vendajes alrededor de su tronco, cubriendo sus heridas, que no tardaron de empaparse con algo de sangre.
Esa estampa le recordaba a las veces en que su hijo llegaba a casa con alguna herida que se había hecho jugando o al pasear en su bicicleta con ruedines. Él, como cualquier otro padre, se encargaba de consolar al niño y hacerle las curas botiquín en mano, cuando no estaba su mujer. Por supuesto no lo hacía tan bien como ella, al ser enfermera, pero su hijo quedaba igual de satisfecho y contento al final. Se preguntó dónde estarían ahora y qué podría hacer para rescatarles, si es que aún seguían con vida.
—Hay algo que me gustaría preguntarte, Bertram Kastner —le sorprendió Jünaj, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Qué has visto cuando has bebido mi sangre?
En ese momento, ¿qué decide hacer Bertram?
A) Le cuenta todo sobre la visión, ya que es algo que pertenece al pasado de Jünaj.
B) Prefiere contarle otra visión de las que ha tenido previamente y ocultarle lo que vio. Indicar cuál.
C) Le miente, contestando que no ha tenido ninguna visión mientras bebía su sangre.
D) Le pregunta que cómo sabe que tuvo una visión en ese momento.
E) Le reclama que en ningún momento le indicó su apellido y le cuestiona que cómo puede saberlo.
Elige hasta dos opciones y deja una respuesta con ellas. La combinación de las dos más votadas dará forma a la continuación de la historia. En cualquier caso, puedes incluir más detalles en todas ellas.
Como ayuda, los posibles recuerdos de la opción B son:
B1) Secuaz de Niels - Casa ardiendo
B2) Niels Rainath - Encuentro con Volker Banach
B3) Alger Furst - Conversación telefónica con Gretchen
B4) Víctima desconocida en Vennysbourg
Comentario no migrado - (14/07/2023)
ResponderEliminarCon el recuento de votos de Twitter, las opciones más votadas son la A y la D. Con ellas, conformaré la siguiente entrega, que tardará unas semanas. Mientras, puedes leer la nueva trama de Alger Furst. ¡Gracias a los que habéis participado!